Tiempo y espacio
El espacio en Niebla es en todo momento real, no existen siquiera alusiones a lugares imaginarios, aunque no se concretan los lugares exactos (calles, el casino, casa de Augusto, la propia ciudad...) excepto en el caso de la portería de Eugenia en la avenida de la Alameda 58. Las descripciones de los paisajes son generalmente objetivas y acordes con la sociedad del momento, si bien escasean los detalles. Pero a ratos se impone el telón de subjetividad augusteo, que filosofea consigo mismo o con su perro Orfeo acerca de sus haceres o sobre cualquier hecho cotidiano (como la reflexión sobre la elegancia de los paraguas). El orden de los hechos narrados coincide a la perfección con la cronología de los mismos. Como es característico de los autores de la generación del 98, al tiempo no se le atribuye mayor importancia (por ejemplo, el paso de los días se describe con un simple "al día siguiente", "aquel otro día"). Unamuno no juega con el tiempo y suele mantenerlo lineal. El tiempo se va marcando por indicadores, pero no tiene la menor transcendencia. Con el espacio sucede lo mismo, sabemos que la acción se desarrolla en una ciudad de provincias, pero no cuál es. Esto tiene su explicación: Unamuno no persigue que el lector se centre en el entorno contextual, sino en el meollo de la historia. Es necesario recordar de que se trataba de una nivola, de un nuevo género, donde lo espacio-temporal perdía vigencia como norma de estilo.
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